El aliento del talento, te puede oler un día. Pero si no lo trabajas, ya huele mal; vamos, que deja de oler. Es ese nosequé que, qué se yo, que yo que sé.
El aliento del talento es como el Pepito Grillo que tiene un artista. Dicho de otro modo, el aliento se tiene o no se tiene; y el talento huele o no huele. Porque hay muchas formas de exponerse y mostrarse pero la chispa diferencia el concepto.
Porque la audacia y el vigor de buen impulso, tiene agudeza y capacidad de inhalarse por los cuatro costados de cualquier bicho como tú y como yo. Ni es cuestión de color, ni de técnica, es eso, que huele.
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El talento, ¿nace o se hace?
Ciertamente, Se ha hablado mucho de que si el talento se hace o se nace con él. Las posturas innatas sobre esta afirmación, mantienen que siempre hay unos condicionantes genéticas concretas. En el caso del talento musical, hay muchas personas que vienen al mundo con una sensibilidad musical, una extraordinaria voz asalvajada o incluso un oído sensacional. En cambio, las corrientes empíricas, sostienen profundamente que el talento se recoge a lo largo del trabajo constante como fuente de desarrollo. Vamos, como recompensa a la dedicación bien orientada; y que es necesario un buen entorno de trabajo que favorezca la concentración y la guía motivadora correcta, apuntando hacia el objetivo. Ahí es donde se nota el aliento del talento, asomando por la nuca.
Por lo tanto, la forma más ponderada del análisis nos lleva a pensar que no sólo es necesario poseer talento innato sino que además es necesario contar con un entorno adecuado y la posibilidad de trabajar o ejercitar ese nosequé, que también llamamos talento. Con lo que eso conlleva.
El talento y la vocación
También tenemos que tener en cuenta que el talento está hermanado con la vocación. Que a ti o a mí, nos atraen aquellas actividades cuyo desarrollo nos hace sentir más realizados. Muchas de estas actividades que elegimos, suelen coincidir con aquellas para las que estamos especialmente dotados. Como inclinación o preferencia por aquellas materias que nos resultan más fáciles, más cómodas y de mayor placer que otras. De ahí, que conocer nuestros talentos pueda orientarnos un poco hacia nuestra vocación.
Quizás la meta del esfuerzo constante para alcanzar la felicidad y la realización personal esté en llegar al estado del que hablaba Jack Canfield, cuando afirmaba que la felicidad y la realización personal es que logre sentirse totalmente responsable de su vida.
Más sobre la vocación y el esfuerzo
Igualmente Vicente Blasco Ibáñez en su novela La Araña Negra escribía lo siguiente: La mitad de los males sociales proceden de que la mayoría de los humanos se dedican por lo general a las ocupaciones menos apropiadas a sus facultades, y de que el resto se pasa la vida sin hacer nada por no haber quien se dedique a estudiarlos indicándoles para lo que sirven. ¿Qué se ve todos los días en el mundo? El desbarajuste social consiste principalmente en que nadie se dedica a aquello para lo que sirve y que no hay una inteligencia superior que sepa utilizar para un fin determinado, las buenas o las malas cualidades de cada uno.
De este modo, se puede entender la postura del profesor Pérez Tamayo, en cuanto a la vocación, como nos relata en su obra Acerca de Minerva, donde expresa que la vocación tiene bases biológicas reales. Y aunque todos tenemos diferenciadoras entre nosotros, surgen casuísticamente personas genéticamente dotadas para sobresalir por encima de los demás en algunas actividades o profesiones artísticas.
Pero sólo con la vocación no es suficiente. La cultura del esfuerzo, aunando trabajo y capacidad de superación, con una buena dosis de fuerza de voluntad, desarrolla de formar espectacular el verdadero talento. Poseer ciertas capacidades no es suficiente para desarrollar talentos. Personas con una gran aptitud, si no tienen esa fuerza de voluntad para gestionar su desarrollo, nunca llegarán a tener un reconocido talento. Entonces, usar esa inteligencia emocional en la dirección correcta, debe ser la clave.
Y la superación personal
Igualmente Manuel Pimentel en su libro El Talento, hablaba sobre esto como el camino más exitoso hacia el talento. Tal vez sea rodearse de un entorno proclive que reconozca y valore las distintas iniciativas, dejarse llevar por las actividades y aficiones que más atraigan y no tener miedo a lanzarse en conducir la vida en ese sentido. Además de tomar todos los días una buena dosis de superación personal de forma efectiva.
Y como en todo, hay talentos como olores y olores como talentos; cada uno de su padre y de su madre.