Quizás como dice el título, el ciclo de trabajo en una orquesta de baile, puede ser como del Yin y Yang. Ya que el verano e invierno para una orquesta, es tan opuesto como complementario para su propio desarrollo.
Porque poco tienen que ver las orquestas de pueblo de antes con las de ahora. Ya que en los últimos años, estas protagonistas de los espectáculos musicales más populares de nuestro país, han evolucionado muchísimo.
Resumen de contenidos
Algunos cambios en las orquestas de pueblo
De verdad que ha sido alucinante. Antes se llevaban unos montajes con cuatro altavoces (al estilo de cajas de brevas) y sin luces. Una estampa, que bien podría parecernos ahora como prehistóricas. Y si no, que se lo digan a la línea evolutiva de esa iluminación espectacular: primero no había nada (que casi no se les veía las caras), luego fueron los focos y ahora estamos metidos de lleno en las pantallas de LED.
Del mimo modo, antiguamente los artistas viajaban junto con la carga en grandes furgones. Algo que afortunadamente ahora ha cambiado, ya que el material lo transporta un camión (o un tráiler), y los artistas junto con su personal técnico, viajan en un vehículo aparte llenos de comodidades.
La actividad estacionaria de las orquestas de baile
Las fiestas de barrios y pueblos son una de las mejores vías de escape, al soporífero calor veraniego y a la inactividad propia de la fecha. Y es que estas fiestas, son sinónimo de verbena con altas dosis de diversión.
Pero hay una fecha que suena, huele e incluso sabe a verbena en todas las provincias de España. Por supuesto, que hablamos del 15 de agosto. La que en el siglo VII se inició como una celebración de base religiosa, se ha transformado en la más grande reunión de fiestas mayores de la nación.
De ahí, convenga destacar, que lo que se festeja entre bachata y pasodoble en gran parte de los municipios, no es otro concepto que la propia Asunción de la Virgen María. Y si, no importa donde se encuentre uno, que ese bendito día, siempre hay una fiesta asegurada cerca de ti.
Sin duda, alrededor de más de mil celebraciones coinciden todos los años en el ecuador de agosto. esto hace que las orquestas, sean las protagonistas en tomar estos días las plazas de los pueblos de toda España.
El duro ritmo de trabajo en verano para las orquestas
Sí, ser miembro de una orquesta es vivir en la piel de un artista de raza y un experto en geografía española con mil historias para contar.
Actuar de madrugada cuatro horas seguidas, acostarse cuando sale el sol, y descansar pocos al mes. Todo ello si no hay prevista una sesión de vermouth (de mañana), que aumente la tensión del timing. Así es la vida frenética de los trabajadores de las orquestas que recorren cada verano mucha parte de la geografía española.
Está claro que es en verano, cuando aumenta vertiginosamente la intensidad de vida en los integrantes de una orquesta de baile. Desde luego, son profesionales de la música, pero también de la carretera. Porque ahí también pasan muchas de las horas del día.
De pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, durmiendo poco y siempre con la misma rutina, fundamentalmente si se trata de una pequeña formación. Con tareas repetitivas de carga, descarga y montaje de escenario, prueba de sonido y actuación hasta altas horas de la madrugada, para volver a empezar a la salida del sol.
Esto hace que sea casi imposible la conciliación del trabajo con la vida familiar. Pero sarna con gusto no pica. Porque esto se lleva o no se lleva. Hay mucho de vocación en todo esto para poder tirar adelante.
De eso se trata, de aprovechar para poner cubos cuando llueve. Esa es la única consigna para poder tener una agenda más apretada en agosto, que la de un vendedor de aires acondicionados. Desde la mitad de junio hasta el final de septiembre, se prevén pocos días libres. Afortunadamente…
La actividad de una orquesta en invierno
Ya es en invierno cuando el ritmo de trabajo va a menos. Pero ojo, que no desaparece ni mucho menos. Vendrán carnavales, fallas, semana santa e incluso algunas tempranas fiestas patronales del calendario.
Quizás sean diciembre y enero, los meses más tranquilos de faena. Ideales para recuperarse merecidamente descansando y visitar más asiduamente el local de ensayo, buscando renovar el siempre evolutivo repertorio. Además de consagrar la parte escénica y la interacción con la iluminación espectacular.
También sale algún bolo aislado y además hay que seguir concertando actuaciones con la agencia de representación para la próxima temporada.