Tócame es una orquesta bien armonizada. Unos instrumentos que se dejan tocar para servir de acompañamiento a las más bellas melodías. El coro de Julio Pardo y el Canijo refrenda en el último pase su buena participación en el COAC.
De este modo, Tócame es otra propuesta musical en forma de coro, con un tipo de instrumentos. Una orquesta muy afinada. Instrumentos que cobran vida sin director para mostrarnos todas las etapas que vamos a recorrer.
En los tangos, reluce más uno de ellos, al usar su tipo para dedicárselo a la mujer rompiendo el típico piropo que la compara con un instrumento. Esto les molesta porque no es propiedad de nadie y no se toca si ella te dice que no. Las metáforas con los instrumentos se van sucediendo para rematar diciendo que esperan que encuentre “un músico que la quiera y la mime hasta la muerte”.
La vida es un musical. Cada etapa y cada época tienen una canción. Una evolución desde que se nace hasta que se alcanza la madurez en la que la música siempre está presente. El coro de Julio Pardo y el Canijo le saca mucho provecho a su cambio de registro para atraer con mucha más facilidad tanto por una propuesta bien trazada en el repertorio como por una predisposición diferente en escena que demuestra que la potencia desaforada no es sinónimo de calidad. Un giro que tiene mucha presencia en el tango –en el que la melodía y la suavidad están muy por encima de la potencia– y que hace que todo fluya con mucha más naturalidad.
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