Con Vida y Obra de Juan Carlos I bajo D, tenemos una obra está a punto de acabar. Tanto ha durado la reforma que el hijo de la propietaria va a hacer la comunión.
El cuarteto del Gago cierra el círculo con la aparición estelar de su hijo Mario. Se nota la responsabilidad de mantener el nivel durante cuatro pases. Aunque con menos efecto que en sus anteriores pases, saben defenderse con las armas del ingenio y los juegos de palabras. Mario le quita por unos minutos el protagonismo a Ángel entre discusiones por quién es su padre ficticio, ya que el verdadero es el Gago.
El marido se convierte en millonario en Dubai, por lo que compran un solar para hacer una mansión. A partir de ahí, se empiezan a suceder golpes más certeros, como el de la empresa de encofradores que no trabaja en Semana Santa porque se llama Cádiz Encofrade. Lo que sí tienen claro es que a la obra solo le quedarán unos detallitos cuando termine de cantar ‘La chusma selecta’.
Los plazos nunca se cumplen en una obra. Por eso, puede durar lo mismo que un embarazo. La trama del cuarteto del Gago se sitúa en el día en el que la propietaria de la casa se pone de parto mientras que los operarios de la empresa Peón Imposible siguen con la reforma.
Una actuación que va de menos a más hasta cerrarse con un popurrí brillante. La parodia va cogiendo ritmo poco a poco hasta que empiezan a sucederse multitud de juegos de palabras y golpes de ingenio con cosas relacionadas con la obra, como el escayolista, que entra a la casa a “puerta escayola” al ir de rodillas. Como buenos albañiles, cuentan del gotelé se pone de vez en cuando de moda, pero a nadie le queda bien, como el bigote a Salvi o Nico.
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